Dirigido al trabajo con niños con diversas necesidades educativas, enfocado principalmente en potenciar procesos cognitivos relacionados con atención, sistemas de memoria, lenguaje, funciones ejecutivas y habilidades socioemocionales. Puede ser utilizado el hogar, en talleres, establecimientos educativos o terapéuticos, convirtiéndose en una oportunidad de avanzar con diferentes metodologías, como la utilización de materiales heterogéneos para la estimulación de todas sus habilidades.
Genera más motivación que otras metodologías, es muy atractiva para los niños.
Mejora el trabajo en equipo: trabajar en grupo es muy positivo porque les ayuda a ver otros puntos de vista, a crecer y evolucionar.
Facilita la educación emocional: existen robots pensados específicamente para tratar las emociones que pueden incorporarse a los proyectos de robótica. Además, puede llegar a ser una terapia alternativa a la terapia con animales, y que además evita cualquier debate sobre el bienestar animal asociado a ella.
Aumenta la autoestima y la confianza, a la vez que aprenden a incorporar el fracaso como elemento necesario en todo aprendizaje.
Se trata de una actividad muy lúcida ya que para ellos es como un juego en el que hay dos partes, primero una parte de construcción de un modelo y por otro lado pueden hacer que ese modelo cobre vida independiente.
Otro factor importante a la hora de elegir, es el fomento de la creatividad, si cabe, la capacidad más importante en la inteligencia. Con la robótica la creatividad es doble y por supuesto ilimitada.
La sociedad está cambiando, y es cada vez más tecnológica, por ello, tenemos que formar a nuestros pequeños en materias que sean realmente útiles el día de mañana. Se trata de aprender bien, de obtener conocimiento, de desarrollar potenciales desde el principio.
Es, por tanto, una muy buena idea que desde muy pequeños los niños con discapacidad intelectual jueguen con pequeños robots que incrementarán sus capacidades cognitivas.
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